Sábado son las 11.38

Sábado por la mañana, son las 11.38. Me he levantado porque a las 12 he quedado con unos amigos en plaza Urquinaona. Me parece a mi que la ducha que me acabo de dar de poco me ha servido, aún noto en mi los efectos del alcohol. Y es que ayer me pase un poco de la ralla, bebí demasiado, no acabé mal, controlaba en todo momento, mejor dicho, fui consciente de todos mis actos, pero fui incapaz de controlar mis sentimientos. Raúl fue mi confesor, estuvimos toda la noche juntos él, Nuria y yo, y aunque parezca una tontería me alegro mucho que los dos estuvieran allí.
El problema es que me ha costado mucho llegar a sellar algunos de mis sentimientos, por la contra hay otros que no quiero dejar crecer, sea como sea ayer perdí algo el control. No siempre es fácil controlar con la razón lo que quiere el corazón.
Mi anillo…, que es realmente el anillo que llevo, sin él me siento desnudo, pero almismo tiempo él me ancla a un pasado, a algo que hubo y que nunca volverá, algo que debo olvidar, ¿un amor, un sentimiento? Este anillo es la forma de recordarme a mi mismo que no debe volver a pasar, que no puedo volverme a enamorarme de alguien sin más. Que he valorarme más, y aprender a no decir siempre que sí.
Hoy por hoy he conocido gente especial, especial en muchos sentidos, y dentro de esa gente tendría que destacar a Albert, Edu y Raúl. Valoro por encima de todo su amistad, pero no se si podría haber algo más. Algo que soy incapaz de ver o que incluso me niego a ver. Quizás el tiempo me de la respuesta.